Marruecos Imperial
Precio para grupo de 2 – rogamos pidan otros presupuestos
Nuestro tour privado por Marruecos comienza en Casablanca (podemos comenzar también en Marrakech o Rabat, adaptándonos a vuestros vuelos). En Casablanca podrás apreciar que no hay demasiados monumentos. Por esta razón, su rey decidió darle algún punto de referencia – la segunda mezquita más grande del mundo. Los últimos años de su terminación, 1400 artesanos trabajaron durante el día y la noche. El mármol, la madera de cedro y el granito vienen de Marruecos. Los candelabros de cristal y las columnas de granito blanco fueron traídas de Murano, en Italia.
Por la noche, iremos hacia Fez.
Con el primer rayo de luz, os daréis cuenta de que habéis viajado en el tiempo cuatro o cinco siglos al Marruecos Imperial. Si no fuera por las antenas de satélite que adornan los tejados, podríamos incluso decir más. Tal vez tanto como la Universidad de Kayraouine y la Mezquita, creadas hace ahora, alrededor de 12 siglos.
Descubre sus miles de calles, tan estrechas que podrás susurrar en el oído de tu vecino. Tu guía privado de habla española os esperará en vuestra riad justo después del desayuno. Os acompañará en un tour por esta caótica ciudad, visitando su casco antiguo. Hay numerosos colegios islámicos, de entre los cuales el Bou Inania y El Attarine quizá sean los más decorados. Os sorprenderéis con su complicado stucco y sus grabados en madera de cedro. Una vez acabada las visitas en el interior, volveremos a sus calles, donde podréis oler las tenerías antes de poder verlas…
Decenas de empleados trabajan duro en cubas abiertas. Sumergen pieles para tratarlas antes de tintarlas a mano en colores como amarillo claro, rojo y blanco, dejándolas reposar al fuerte sol para que se distribuyan los pigmentos.
El tour guiado por Fez nos llevará hasta la Plaza de Nejjarine. Aquí podréis disfrutar de un té moruno en la azotea de Nejjarine Foundouk. Esta caravanserai del siglo XVIII pasó a ser el museo de la madera tras seis años de meticuloso trabajo de renovación. Solo cuando parece que las paredes te van a encerrar con sus estrechos tramos, aparece una pequeña plaza y toda amenaza desaparece. Los secretos a descubrir tras cada una de sus esquinas os dibujarán en el mundo olvidado de los viajes de Ibn Battuta y Leo Africanus.
Por la mañana temprano saldremos a las 07:30 am desde Fez hacia las Montañas del Atlas. Déjate sorprender por las tierras salvajes que iréis cruzando. Se varian entre lo escarpado, explanadas al sol, tierras de cedro, montañas y desfiladeros profundos. En las colinas de Azrou podrás ver los grupos de macacos.
Tras esto, iremos descendiendo hacia el valle de Ziz, atravesando bosques de palmeras y oasis verdes. Durante este tramo podrás seguir disfrutando de cómo el escenario va cambiando. Desde explanadas de arena acercándonos a Merzouga, veremos las primeras dunas de arena desde la carretera. El gran “mar de arena” de Merzouga, una preciosa zona de arena de color albaricoque que se extiende hasta más allá de donde nuestros ojos pueden ver.
Aquí cambiaremos nuestro coche por camellos e iremos hacia el desierto atravesando el atardecer durante unos 45 minutos. Al caer la noche, nos retiraremos a nuestra lujosa y confortable carpa en el desierto, donde seremos recibidos con un espectacular té moruno y dátiles frescos. Esta carpa está situada en un precioso espacio entre dunas. Da la impresión de estar completamente solos en el basto desierto africano mientras disfrutamos de las comodidades de un rey nómada. Para acabar este maravilloso día, saborearemos una deliciosa cena seguida de una velada junto al calor de una fogata bajo el cielo estrellado africano. Nada se compara con millones de estrellas, silencio y paz en el Sahara.
Pasaréis la noche en vuestra carpa de lujo, sumergiéndoos en una historia típica de noche árabe.
Dejaremos el desierto atrás para ir hacia las montañas volcánicas del Sarhro. Esta espectacular cadena montañosa formada por desfiladeros ofrecen magníficas vistas. Esta zona es muy conocida por sus fósiles, mayormente ammonites, con una gran presencia en todas las montañas. Al llegar a la ciudad de Nekob, comenzaremos a ver las primeras palmeras del valle del Draa. El valle tiene un suelo verde formado por diferentes huertos de árboles frutales, verduras, zonas de rosales y por su puesto palmeras de dátiles de alrededor de 18 variedades diferentes. Más tarde pasaremos por la ciudad de Agdz y llegaremos a Ouarzazate.
Aquí haremos una parada para ver el famoso Ksar de Ait BenHaddou, de la época del Marruecos Imperial. Desde aquí iremos hacia los famosos Tizi y Tichka. Nos llevarán a través de las Montañas del Atlas en un espectacular paseo en vehículo hasta Marrakech. Llegaremos a Marrakech sobre las 6:00 pm.
Donde Fez es el erudito tímido, la “ciudad roja” es el extrovertido bailarín del Marruecos Imperial. Más allá de su opulenta vida nocturna y sus palacios lujosos, las boutiques de diseño, hay algo más en el aire. La luz del sur te contagia haciéndote sentir que nada puede ir mal un inevitable je ne sais quoi… Un buen punto donde comenzar quizá sea la Maison de La Photographie. Está situada en uno de los barrios más auténticos de todo Marrakech. Las fotografías expuestas documentan la vida en Marruecos desde los años 1800s hasta los años 1950s. La azotea ofrece vistas 360 grados sobre la Medina y es el lugar perfecto para tomar un té moruno y tomar las mejores fotografías.
Al atravesar el zoco puede que quieras darte un capricho haciendo algunas compras. Su gran diversidad en tiendas donde todo es brillante y reluciente, te atraerán sin lugar a duda. Marrakech tiene la artesanía fina de Fez pero unido a un diseño nacido de la mezcla de la tradición local con el diseño moderno. Esto la ha llevado a ser la Meca para los compradores intrépidos de todo el mundo. Si es demasiado pronto para hacer compras durante el día, también podéis disfrutar del tintado de la lana artesanal o las preciosas alfombras belvederes. Pasea por Place des Epices y sus tiendas con tortugas disecadas, especias coloridas, y accesorios de espiritismo, llegando hasta el Kashbah.
Al ponerse el Sol, el humo comienza a subir cerca de la plaza del Jemaa El Fna. Músicos, acróbatas, encantadores de serpientes, chamanes y puestos de comida son algunos de los más frecuentes. Esto es lo más esencial de esta ciudad. Éste es un lugar donde la gente se entremezcla con las demás personas, actúan y ven a otros actuar. Está a medio camino entre un cuadro viviente y un espectáculo de circo. Intenta pillar algún cuentacuentos en acción, una tradición perpetuada por siglos y que pronto parece que desaparecerá.
Una manera diferente de descubrir Marrakech es con una completa clase de cocina acompañada de un tour a pie por la medina. Compra los diversos ingredientes que forman parte directa en la cocina marroquí: las verduras en conserva, la mantequilla smen, el farnatchi, las especias, el mercado de souika, los hornos de mechoui y mucho más.
Si el tiempo os lo permite, pasad la mañana visitando algunos de los jardines que hicieron a la “ciudad roja” famosa. La dinastía de Almohad, del siglo XII construyó la mayoría de ellos. Los jardines de Agdal, al sur de la ciudad, fue donde las aguas de las Montañas del Atlas fueron convergidas por los ingeniosos ingenieros árabes. También crearon los jardines de la Menara con un pabellón decorado que divisa las aguas. Este lugar es uno de los preferidos por los residentes locales para hacer picnics familiares los domingos.
Entra a los jardines del siglo XIX del Palacio de la Bahía. Son un total paradigma del arte islámico de la era y residencia del gran visir. Descubierto por casualidad en 1917, las cercanas tumbas de Saadi aguardan el recuerdo de los sultanes responsables de la última edad de oro de la ciudad. El mármol de Carrara es un claro testigo de la prosperidad de la dinastía. También lo es el cercano palacio de El Badi. El cual, sin embargo, no es más que ruinas hoy en día. Este palacio nunca fue completado. El siguiente sultán desmanteló todo el mármol, marfil, madera y lo usó todo para construir su palacio real en Meknes.
Otro de los jardines más importantes pertenece a un pintor que se enamoró de Marrakech en los años 1920s y decidió crear su particular visión del paraíso en la Tierra. Los jardines de Majorelle fueron posteriormente adquiridos por Yves Saint Laurent, y más tarde se pusieron a la disposición pública. La mejor hora para visitarlos es durante la mañana temprano para evitar la saturación.
O quizá quieras darte un capricho disfrutando de un hammam marroquí en una de las docenas de ellos que hay en la Medina. Los hammam son públicos y están muy bien cuidados. Si todavía tienes algo de energía, el pueblo de Imlil te ofrecerá unas rutas de senderismo muy interesantes para pasar algunas horas.
Dependiendo de tu vuelo de vuelta a casa, el conductor os llevará al aeropuerto 2 horas antes de la salida de tu vuelo. Si vuelas desde Casablanca, el camino llevará 2 horas y media desde Marrakech.
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